Altair, camino al 60º Aniversario
La misión de Altair tal y como la veía san Josemaría, es colaborar con las familias en la educación de sus hijos, pues los padres son los primeros y principales responsables de la formación de sus hijos para la vida.
Altair es una obra corporativa del Opus Dei, que nace en 1967 por especial impulso de san Josemaría Escrivá, que además quiso que los beneficios de la edición para bibliófilos de su obra Camino, fueran para la construcción del colegio. Lo explica muy bien el antiguo profesor del colegio, Luis Augusto Pascual, en su libro Altair, medio siglo con sus barrios: “Fue san Josemaría Escrivá quien impulsó la creación de Altair a principios de los años sesenta. Pidió a miembros y cooperadores del Opus Dei de Andalucía que buscaran la forma de que en alguna zona más necesitada de Sevilla hubiera un centro de enseñanza que ayudara a las familias en la educación de sus hijos”.
La misión de Altair tal y como la veía san Josemaría, es colaborar con las familias en la educación de sus hijos, pues los padres son los primeros y principales responsables de la formación de sus hijos para la vida. Ya en 1939 san Josemaría escribió: “En vuestra labor, tened muy en cuenta a los padres. El colegio -o el centro docente de que se trate- son los chicos y los profesores y las familias de los chicos, en unidad de intenciones, de esfuerzo y de sacrificio […]. Buscamos hacer el bien primero a las familias de los chicos, luego a los chicos que allí se educan y a los que trabajan con nosotros en su educación, y también nos formamos nosotros para formar a los demás. Los padres son los primeros y principales educadores, han de llegar a ver el centro como una prolongación de la familia”.
El fin de esta iniciativa fue ofrecer un colegio, con una enseñanza de calidad a las familias de barriadas de obreros en la periferia este de Sevilla: Juan XXIII, Amate, La Plata, Cerro del Águila, Los Pajaritos, La Candelaria, Torreblanca… Hoy, más de cincuenta años después, Altair es un colegio concertado de gran prestigio en Sevilla que oferta todas las etapas educativas: Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional; y como entonces, ofrece una educación integral: humana, científica, cultural, religiosa y deportiva.
Altair ha buscado por impulso del espíritu cristiano del Opus Dei formar en libertad a los alumnos, formarles para la vida que se van a encontrar en la calle, con sus luces y sus sombras, el mundo que van a vivir, al que san Josemaría aconsejaba “amar apasionadamente”.
De estos barrios de Sevilla han salido cientos de profesionales de todos los ámbitos, que hoy son antiguos alumnos de Altair y guardan un inmenso cariño al que fue su colegio. Los niños que ayer fueron y pasaron por las aulas de Altair, son hoy profesionales de todos los ámbitos, como médicos, ingenieros, mecánicos, abogados, electricistas, profesores de universidad y colegios, periodistas, empresarios, políticos, militares, informáticos… y confirman la gran labor educativa que ha realizado Altair todos estos años.
En esta colaboración todos hemos mejorado: Altair ha aprendido mucho de las familias de estos barrios y de tantas personas e instituciones sociales, privadas y públicas, que diariamente se esfuerzan por ayudar a mejorar el mundo, comenzando por su entorno más cercano que son estos queridos barrios.
A través de un trato personalizado y con una estrecha colaboración entre el colegio y los padres, Altair busca que el alumnado llegue a desarrollar sus propias capacidades para contribuir a una profunda mejora de la sociedad y para ser felices, mediante la excelencia académica y profesional, la integridad personal y el espíritu de servicio.
Por el colegio han pasado ya más de doce mil alumnos que, junto a sus familias, han confiado en Altair con la misma fe que lo hicieron los primeros en aquel lejano 1967. En estos años se han formado en sus aulas miles de jóvenes y esa formación también se ha extendido a sus familias. Son muchos los antiguos alumnos que han regresado a Altair para matricular a sus hijos; y ya empiezan a aparecer los nietos. Todo ello deja patente que Altair se ha convertido en un colegio muy querido.
En estos casi sesenta años de existencia ha habido muchos cambios, pero el estilo permanece intacto y, así, la idea primigenia de Altair -la promoción de las gentes de sus barrios- se ha mantenido inalterable y sus principios fundacionales siguen en pie como el primer día.