Soy el mediano de tres hermanos, nací hace 28 años en una familia desestructurada y sin ningún tipo de recurso económico, hijo de una madre alcohólica y criado en uno de los barrios más pobres de Sevilla. Era, como coloquialmente se dice «carne de cañón» y podría acabar haciendo las cosas como no debiera.
Desde los 6 años, con paciencia y dedicación, en el colegio Altair, no solo me enseñaron matemáticas o lengua, mucho más que eso, me ayudaron a entender mis circunstancias personales. Se centraron en mi persona, haciéndome entender que mi futuro no tenía que estar condicionado por mi situación y que podía decidir qué hacer con él. En mi colegio, la mayoría teníamos problemas similares. Con esta ley están atacando el futuro de niños y niñas con pocos recursos, quitándoles el derecho a tener una educación personalizada. ¡No es justo!
Jesús F. Rabadán González