La Semana Santa es un tiempo sagrado para los cristianos en el cual se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Este período nos invita a reflexionar sobre el significado del sacrificio de Jesús en la cruz y su profundo amor por la humanidad. Como afirmó Benedicto XVI, “donde parece reinar solo el fracaso, el dolor y la derrota, es donde se manifiesta todo el poder del Amor infinito de Dios”. Esta frase encierra la paradoja fundamental de la crucifixión: en medio del sufrimiento aparente, se revela el amor insondable de Dios.
En la Semana Santa descubrimos el sacrificio redentor de Jesús, que ofreció su vida para liberarnos del pecado. El Papa Francisco le decía a los jóvenes el pasado verano: “nadie tiene más amor que el que da la vida por los demás. No se olviden de esto. Y esto lo enseñó Jesús, por eso cuando miramos al crucificado, tan doloroso, vemos la belleza del amor que da la vida por cada uno de nosotros”. Este acto supremo de amor revela la magnitud del sacrificio de Jesús en la cruz y su significado para la humanidad.
El sacrificio de Jesús no fue impuesto, sino aceptado voluntariamente. En su entrega, Jesús revela el amor del Padre que envía a su Hijo para salvarnos. “Jesús en la Cruz, con el corazón traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente –sobran las palabras– a la pregunta por el valor de las cosas y de las personas. Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos” (San Josemaría). Este acto de entrega total es un testimonio del amor incondicional de Dios por la humanidad.
Aunque la crucifixión representa un intenso sufrimiento, no es la última palabra. Los cristianos encuentran consuelo en el hecho de que el dolor no es el final de la historia. La resurrección de Jesús ofrece esperanza y muestra que la felicidad puede ser encontrada incluso en medio del sufrimiento. La muerte en la cruz no es el final, sino el camino hacia la vida eterna y la redención.
El amor insondable de Dios manifestado en el sacrificio de Jesús es el centro de la Semana Santa que se acerca. Su entrega voluntaria en la cruz revela el amor del Padre por la humanidad y su deseo de redimirnos. A través de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, los cristianos encuentran la promesa de la vida eterna y la liberación del pecado. Este período sagrado nos invita a reflexionar sobre el amor infinito de Dios que brilla a través de la cruz, ofreciendo esperanza y consuelo a todos los que buscan la verdad y la redención.
Capellanía Altair