Antonio Javier Morales Rondán, profesor de Egiptología y especialista en epigrafía, nos cuenta su paso por Altair.
Antonio Morales Rondán (Sevilla, 1974) estudió en Altair desde 1º de EGB hasta COU, siendo parte de la promoción que terminó sus estudios en 1992. Sus padres, Antonio y Mercedes, eran bien conocidos en el barrio por la tienda que regentaban (Mercería Mercedes). Además de sus estudios, Antonio formó parte durante varios años del C.D. Altair como guardameta. Estudió Historia Antigua y Arqueología en la Universidad de Sevilla, un Master en Egiptología en la Universidad de Birmingham y estudios de especialización en Berlín y Oxford. En 2014 completó su doctorado en la Universidad de Pennsylvania (EE.UU.), con un trabajo sobre textos inscritos en el interior de varias pirámides. Actualmente es profesor de Egiptología en la Universidad de Alcalá de Henares. Ha contribuido como arqueólogo en excavaciones de varios yacimientos de Egipto y dirige en la actualidad la expedición arqueológica de la Universidad de Alcalá a Luxor (Egipto).
Han pasado varios años desde que finalizó sus estudios en Altair, ¿qué recuerdos tiene del colegio?
Son muchos los recuerdos que surgen al pensar en mis años en Altair, una etapa con personas y experiencias de las que me acuerdo a menudo, sobre todo por lo que supusieron y suponen en mi vida. Recuerdo que viví aquella etapa feliz y, quizás sin entenderlo muy bien, siendo muy afortunado al tener una familia que velaba por mí en casa y otra familia, la del colegio, que me formaba, protegía y preparaba para el futuro. Más allá del grupo de profesores con quienes los alumnos teníamos una relación diaria, recuerdo especialmente a Don Andrés Quijano y a mi buen amigo José Antonio Tejada, por su gran corazón y sonrisa, por sus numerosos consejos… Mi familia siempre los ha apreciado muchísimo pues no hay modo de agradecer todo lo que hicieron por nosotros.
¿Cuáles fueron las principales aportaciones intelectuales y humanas que se llevó de Altair?
Son muchos los aspectos positivos de la formación que recibí en Altair, en especial esa parte humana que tanto valor tiene para el resto de nuestra vida. La honestidad, la sinceridad, la humildad… son aspectos que sobrevolaban cada una de nuestras actividades, experiencias y etapas de formación. También me enseñaron a ser listo, serio y competitivo al enfrentarme a las tareas, las responsabilidades y los compromisos. Altair me enseñó a pensar, sentir y trabajar con bondad y con ilusión, intentando ser amable, comprensivo, paciente y flexible sin dejar de ser competitivo, voluntarioso y fuerte. Me enseñó a respetar a los demás y respetar la vida, a perseguir sueños que merecen la pena y a sacrificarme por ellos y por los que otras personas desean.
En lo intelectual, la calidad de los profesores, de sus clases y, sobre todo, el carácter y espíritu del colegio me enseñó a apreciar las Humanidades, el pensamiento crítico, las lenguas y literaturas del mundo y el conocimiento del pasado.
¿Cómo un sevillano acaba de profesor en la Universidad de Alcalá de Henares?
La verdad es que es el resultado de varias decisiones personales y profesionales que me hicieron dejar mi tierra para estudiar lo que quería y saltar a un ámbito profesional -el de la Egiptología- muy complejo y competitivo, sobre todo por la falta de tradición científica en nuestro país. Decidí estudiar Historia Antigua y Arqueología en la Universidad de Sevilla, sobre todo por charlas que ya había tenido con algunos profesores e historiadores, como D. Luis Augusto Pascual o Rafa Vergara. En Sevilla me centré en estudiar historia y arqueología de la Península Ibérica, romanos y griegos… pero conseguí matricularme en clases de lengua egipcia y escritura jeroglífica, que fueron determinantes para mis decisiones posteriores. Ahora soy profesor de Egiptología en la Universidad de Alcalá, una institución modesta pero muy activa en el panorama español e internacional con cursos presenciales y online, excavaciones en Egipto, una biblioteca de especialistas que crece a buen ritmo y un conjunto de profesionales y estudiantes muy ilusionados. En resumen, al final uno echa la vista atrás y lo que se percibe es que un alumno de Altair recibe una formación sin igual que le permitirá llegar donde lo desee.
¿Qué nos puede contar del proyecto Middle Kingdom Theban Project, el cual dirige?
El Middle Kingdom Theban Project (https://thebanproject.com) es una iniciativa científica que se originó en 2015, con mi primera visita al cementerio faraónico de Deir el-Bahari (Luxor, Egipto); como proyecto ha crecido formidablemente con la ayuda de varios investigadores españoles y la colaboración con varios centros internacionales. Lo que en un principio suponía un pequeño proyecto para la excavación de dos tumbas de altos funcionarios de Egipto hacia el 2000 a. C. se ha convertido en un proyecto de 50 investigadores de todo el mundo que, desde la Universidad de Alcalá, ha venido organizando excavaciones arqueológicas e investigaciones en los últimos seis años. Realizamos excavaciones en Egipto una vez al año, normalmente en febrero-marzo para evitar las altas temperaturas del desierto egipcio, y durante unos 45 días excavamos las tumbas de varios oficiales de gran relevancia para la historia del Egipto faraónico, lo que nos ha permitido realizar hallazgos significativos como sarcófagos, momias, inscripciones, pozos de momificación, etc.
¿Le debe mucho su profesión como egiptólogo al mito de Indiana Jones?
Sea cual sea su especialidad, la mayoría de arqueólogos e historiadores recibe esta pregunta alguna que otra vez. Ciertas películas, novelas o cómics han llegado a inspirar a muchos en su infancia y juventud y han influido sobre ellos a la hora de seleccionar los estudios o la profesión a elegir, aunque el caso de Indiana Jones es particularmente significativo. Y no lo es tanto por haber inspirado a muchos a estudiar Historia Antigua o Arqueología sino porque el trabajo de “Indy” no coincide para nada con la labor de un científico que estudia los restos escritos y materiales de civilizaciones pasadas. No puedo negar que disfruté mucho las películas del arqueólogo norteamericano en busca de tesoros -y de problemas con los nazis- pero cuando uno se dedica a estudiar el pasado como profesión percibe muy pronto en su carrera que el trabajo de gabinete (en bibliotecas, archivos, museos) y de campo (en nuestro caso, con las excavaciones arqueológicas en Egipto) es mucho más metódico, riguroso y lento (¡aunque para nada aburrido!) que toda la exaltación y frenesí de las películas de Hollywood.
¿Qué le diría a un alumno actual que no tiene claro a qué dedicarse en el futuro?
Le diría que tenga en cuenta dos elementos fundamentales en toda decisión en la vida: fe y sacrificio. La fe es la que nos lleva a creer que podemos ser buenos en algo, disfrutar, aprender y llegar a aportar en la vida con ilusión, con ganas, cumpliendo retos y sueños. Y el sacrificio debe recordarnos que nada se consigue sin esfuerzo, empeño y voluntad, no solo por lo que aspiramos personalmente, sino por todo el bien que podemos aportar al resto de las personas que nos rodean.