Altair, un colegio de familias
«En el colegio hay tres cosas importantes: lo primero, los padres; lo segundo, el profesorado; lo tercero, los alumnos». Esta frase, que repitió en muchas ocasiones san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, supone una premisa fundamental en el ideario del colegio Altair.
La primera responsabilidad de la educación de los hijos corresponde a los padres, a quienes el colegio ayuda en su tarea. Por ello, esta idea de hacer partícipes a las familias en el día a día de un colegio, a través de una comunicación fluida y constante, se ha demostrado muy eficaz en la educación de los alumnos de Altair.
Los alumnos, en efecto, para crecer en libertad y responsabilidad necesitan cierta armonía y coherencia entre lo que se les dice en casa y en la escuela. Y esta eficacia educativa necesita de un pacto de colaboración leal entre padres y profesores, de manera que ambos transmitan, en esencia, los mismos valores. En cierto modo, se puede decir que gran parte del secreto del éxito de Altair se debe a que es una iniciativa educativa que reposa en gran medida en la alianza entre familia y escuela, que realizan un trabajo y esfuerzo conjunto, que siempre redundará en beneficio del alumno.
Padres, primeros educadores
Así, Altair tiene muy en cuenta la formación y participación de los padres en la educación de sus hijos, y el profesorado acompaña y ayuda a cada familia en su tarea de primeros educadores.
Desde los inicios del colegio se establecen las tutorías y los alumnos de Altair tienen una entrevista personal con un tutor, del que reciben ayuda y asesoramiento. Luego este tutor también se entrevista periódicamente con los padres para coordinar el esfuerzo educativo entre ellos y el colegio, así como establecer objetivos de mejora.
Cristina Chinchilla y César Feliú, antiguo alumno del colegio, tienen tres hijos en Altair, ambos explican que “las tutorías son un elemento clave para el buen desarrollo de nuestros hijos y para poder llevar una relación directa entre colegio y familia. Están pensadas para al menos realizar una al trimestre o cada vez que sea necesario; en ellas se plantean unos objetivos educativos realistas y evaluamos los resultados y evolución no solo académica, sino también personal de nuestros hijos”.
Por su parte, Clara Ruiz y Carlos Mazuelos, que son padres de cuatro alumnos, cuentan sobre las tutorías que “aunque supongan un esfuerzo extra para los educadores y para los padres, demuestran, por una parte, el cariño y el interés que ponen los profesores en la formación de nuestros hijos, porque están hechas a la medida de ellos, y por otra, el empeño de los padres en querer siempre lo mejor para sus hijos”.
Por todo ello, para estrechar el vínculo familia-colegio, clave en el proyecto educativo de Altair, se organizan jornadas de convivencia, conferencias, charlas y cursos de orientación familiar para padres y madres, donde se tratan temas académicos y pedagógicos, de acuerdo con la edad y circunstancias de los hijos. Y se anima a que los padres participen de forma habitual.
En Altair creemos que una educación personalizada de calidad es posible cuando familia y colegio comparten valores y principios educativos, y actúan de manera coordinada.
Carlos y Clara confirman que los cursos de orientación familiar “son un complemento perfecto para la educación que en casa tratamos de inculcar a nuestros hijos y la formación que reciben en el colegio. Por más que los temas parezcan ya sabidos y escuchados, siempre se saca algo nuevo o se refresca alguna cosa que se había quedado un poco atrás”. Por su parte, la familia Feliú Chinchilla agrega que los COF son “enriquecedores y adaptados a la edad educativa de cada etapa escolar, siendo una formación que incide directamente en la realidad social de los tiempos que vivimos”.
Sobre la importancia y eficacia de estos cursos, la familia Mazuelos Ruiz indica que son “absolutamente necesarios. No hay un «Manual de Padres» al que aferrarse y por puro salto generacional, seguramente cómo nos educaron y formaron a nosotros y el ambiente en el que nos movimos tiene poco que ver con el que hoy están nuestros hijos… Por ejemplo, esto pasa con el impacto de las tecnologías en todos los ámbitos. Tenemos la suerte de que están impartidas por excelentes profesionales que están muy al día de los temas que tratan”.
La educación personalizada es posible en Altair gracias a la implicación de las familias y el compromiso de los profesores para sacar de cada alumno lo mejor de sí mismo. Este trabajo en equipo permite que el alumno trabaje los mismos objetivos en casa y en el colegio, desarrollando así todo su potencial personal y académico. En Altair las familias son el pilar del colegio y éste se transforma en una segunda casa para los alumnos.
Finalmente, la colaboración de Altair con las familias y los alumnos se prolonga al finalizar la etapa escolar. A través de la Asociación de Antiguos Alumnos, todos aquellos que han pasado por las aulas de Altair tienen su sitio en el que fue su colegio y, además se procura mantener vivo el contacto realizando diversas actividades dirigidas a ellos. Además, se da la circunstancia de que hoy en día muchos antiguos alumnos tienen a sus hijos en Altair y varios son actualmente profesores del colegio.