Como en años anteriores, el pasado 6 de junio celebramos el 25º aniversario de la graduación de las promociones de Formación Profesional de Altair, en esta ocasión, químicos y eléctricos que finalizaron sus estudios en el curso 1989/1990. También como en pasadas ediciones, desde enero o febrero -aunque ya en el segundo semestre del 2014 se iniciaban los prolegómenos- se tuvieron los espléndidos encuentros previos, preparatorios de la celebración e indagatorios para la localización del personal.
Llegó, por fin, el esperado día 6. Ese sábado estábamos convocados a las once y media de la mañana, ante el Edificio Central y a la sombra de los árboles dada la fecha. Como siempre sucede, los abrazos se multiplicaban, en algunos casos era necesaria la autoidentificación, especialmente cuando se trataba de cabezas lampiñas, en otro tiempo melenudas. Miguel Ángel Narbona -con el que en principio no contábamos pues reside en EE.UU.- y Agustín Cordero, con sus cámaras, eran los encargados de inmortalizar el evento.
Los tres cuartos de hora previstos en el programa para la recepción resultaron escasos, había muchísimo que contar de los años académicos y de los veinticinco años transcurridos desde entonces. Unos momentos especiales de mucha alegría, sobre todo para los profesores que concurrieron, fueron las llegadas de Juanjo Quidiello y Alonso Rodríguez, profesores que marcharon de Altair hace muchos años.
Con retraso y a base de mucho «empujar» emprendimos la visita a talleres y laboratorios. En esas instalaciones, D. José García y D. José Luis Rivera habían expuesto -en A3- las listas de fotos de clase desde primero, cursado en el 85/86, a quinto curso. Estas listas fueron de lo más fotografiado, alguno me comentó que, sobre la marcha, la había enviado a su familia por WhatsApp, seguramente para que sus hijos comprobaran que su padre también fue joven estudiante.
En los talleres algún eléctrico se fotografió simulando un trabajo en los paneles, también he podido ver a algún químico que se puso la bata blanca para vivir más intensamente el recuerdo. Tras las visitas nos reunimos todos en la grada de entrada del edificio de FP para la foto grupal. Lo siguiente en el programa era la celebración de la Santa Misa, que ofició uno de los capellanes, D. Jesús Súnico, antiguo alumno y antiguo profesor. Se ofreció por antiguos alumnos, profesores y PAS fallecidos, y muy particularmente por el antiguo alumno Antonio Medina, hermano de Bartolomé, de la promoción sujeto de esta celebración.
Luego pasamos al salón de actos para disfrutar de la proyección de algunos vídeos y fotos de la época ¡Quién iba a decirnos que Nacho Belmonte, que aparece en una excursión a El Bosque, en el agua junto a la piragua inundada, iba a convertirse en un experimentado patrón de yates! Pudimos ver a Carlos Correa en el momento de su confirmación, o las fotos de clase de Santiago Sevillano, Joaquín Galán, Roberto Delgado o Jesús Carlos Salvador, cuando cursaban 8º de EGB, o aquellas otras ante las almenas del Castillo de Almodóvar o subidos en la Torre Eiffel de donde alguno, que yo me sé, conserva algún tornillo. Gracias a alguna de las fotos pudimos recordar a D. Alfonso García, un querido profesor que ya no está entre nosotros.
Acabamos con una comida en un restaurante de Tomares que Isidoro Mayofret gestionó. A los postres, los alumnos hicieron entrega de una placa grabada «…para el Centro Altair y su profesorado, por la dedicación, enseñanza y formación de sus alumnos». Acabada la comida, muchos se resistían a despedirse y dar por finalizada la celebración, por tanto se imponía alargar la jornada en algún local de copas. Pasadas las ocho de la tarde llegué a Altair, no sé, los últimos, a qué hora se despediríran.
Alberto Arjona