Despedida del curso 2022-23
Como es tradicional en Altair a la finalización de cada curso, el pasado miércoles 28 de junio se celebró un almuerzo como despedida y tuvo lugar el acto de entrega de placas conmemorativas a varias personas muy entrañables para Altair, que han culminado con éxito su etapa laboral en el colegio. Nos referimos a Ángel Márquez Ruda, Miguel Luque Montero, Enrique León Gil, Manuel Sosa Duarte, Miguel Mora López, Miguel Ángel Macho López, Manuel Muñoz Rodríguez, Alberto Arjona Pozo -todos ellos antiguos alumnos de Altair- y Leonor Cavada Jurado, que ha sido una de las primeras profesoras de Infantil.
En este emotivo acto, donde acudieron todos los profesores y personal de administración y servicios, así como miembros de la Junta de Gobierno, cada nuevo jubilado dijo unas breves palabras de agradecimiento al recibir su placa. Por su interés y en representación de las palabras que pronunciaron el resto de los homenajeados, reproducimos algunos fragmentos del discurso de Manuel Sosa, que fue estudiante de Altair desde 1970, luego administrativo y finalmente profesor:
“Soy de los pocos, junto a algunos compañeros que hoy se despiden, que hemos conocido a todos los directores del Colegio. Desde el primero, José María Prieto Soler al actual Javier Delgado Espada…
Quiero agradecer a mis padres que me trajeran aquí cuando tenía 11 años. A mi mujer porque sin su apoyo no hubiera dado al colegio el 100%. También agradecer a la gente que ha estado más cerca de mí. Tanto a las distintas Juntas de Gobierno como a los directores que han ido pasando. También a todos los compañeros que he tenido a lo largo de los años, que tengo aquí apuntados y quiero nombrarlos:
Un recuerdo a todo el personal del PAS, del que formé parte en mi etapa como administrativo y a los compañeros de los distintos claustros: Tomás, Paulino, Luis Márquez, Juan Rayo, Josemi, Mariano, José Antonio, Jesús Alonso, Adolfo, Juan García, Nacho, Aarón, Javi, Antonio y al actual claustro con el que he pasado mis últimos años aquí, encabezado por Juan Amador, Manuel Montes y Carlos Alonso y, como no, al resto de compañeros que lo forman: Ana, Manuel Jesús, Reyes, Guillermo, José Luis, Eduardo, Fernando, Manuel Jesús, Álvaro, Víctor y Alfredo. Las dos PTs: Ángela y Ana. Me voy con la satisfacción de haber trabajado junto a este equipo ejemplar. No, Enrique, no me he olvidado de ti, han sido muchos años juntos y muchas vivencias, gracias.
Pero quiero mencionar de manera especial a: Antonio Gutiérrez y a Eduardo Gentil. Ambos fueron mis profesores, el primero fue director de Altair y el segundo, secretario, y con ellos inicié mi etapa laboral como administrativo. También quiero referirme a Eloy Sancho, de categoría profesional jefe de negociado, y fue quien me formó administrativamente hablando y creo que tiene mucho que ver en mi forma de ser en el campo profesional. Por último, Jesús Rodríguez, director técnico, fue quién me propuso dar el salto de administrativo a profesor.
No me puedo olvidar de Don Andrés Quijano, el sacerdote del colegio. Fue una figura muy cercana y en su boca siempre las palabras apropiadas. El hombre de la sotana fue un claro ejemplo de cómo una persona puede marcar vidas, siempre dispuesto a escuchar y orientar a todos aquellos que tuvimos la suerte de cruzarnos en su camino.
Altair ha sido mi hogar, una segunda morada donde he cultivado amor, laboriosidad, trabajo, amistad, ilusión y respeto: esfuerzo, sacrificio, dedicación y generosidad. Aquí he recibido valores que van más allá de lo académico, aprendiendo lecciones de vida que ningún manual de instrucciones podría enseñar. Este colegio es mi familia y aunque estoy agradecido por lo mucho que me ha dado, no puedo evitar sentir un hueco en mi corazón ante la idea de partir.
No os quedéis en ser maestro (lo es quien tiene el título, aunque no ejerza la profesión), ni a estar de maestro (está de maestro quien, simplemente, cumple una jornada laboral). Aspira a sentirte maestro, es decir, a concebir la enseñanza como una forma de vida, no es difícil conseguirlo porque ese sentimiento surge de la impronta y del espíritu de este Colegio, si lo conseguís vuestros alumnos saldrán muy beneficiados y os lo agradecerán.
Voy terminando con lo que mi compañero el profesor Jerónimo Vera comentaba a los padres en las reuniones iniciales de cada curso. Les decía: “debemos trabajar juntos para hacer de vuestros hijos: buenos profesionales, buenas personas y buenos hijos de Dios”.
Me voy sabiendo que he recibido muchísimo, mucho más de lo que yo he podido entregar. Me voy dejando aquí casi 53 años de mi vida. Pero no estoy triste porque haya terminado, por el contrario, estoy contento porque ha ocurrido. Muchas gracias.”
Desde estas líneas, Altair quiere mostrar su máximo agradecimiento a todos estos profesionales por contribuir con su buen hacer y espíritu de servicio a lo que hoy es nuestro centro educativo. Gracias por todo y que sigan disfrutando en esta nueva etapa.