Entrevista a David Mir Solís, letrado del Despacho Mir Solís Abogados y antiguo alumno de Altair

«En Altair me inculcaron que aportase esperanza a la sociedad, que tanta falta le hace»

Casi 30 años después de su marcha, ¿qué recuerdos tiene de Altair?

Pues sí, hace ya casi 30 años que acabaron mis estudios en Altair, y mis recuerdos son todos entrañables de aquella época, nadie se va de Altair totalmente, algo de ti queda allí. Cada vez que me paso por el Colegio a saludar a profesores (amigos ya), me inundan miles de recuerdos vividos en aquellos jardines, clases, campos de fútbol… Qué no daría yo por volver a aquella época.

¿Cuáles fueron las principales aportaciones intelectuales y humanas que se llevó de este Colegio?
De Altair me llevo mi formación humana, cómo nos trataban a todos por igual, respetando nuestras creencias personales y siempre intentando que nos convirtiésemos en hombres honestos y trabajadores, que aportásemos esperanza a la sociedad, que tanta falta le hace.

¿Cuál o cuáles fueron los profesores que más le marcaron? ¿Mantiene relación con alguno de ellos?

Sería injusto nombrar a algunos profesores, porque todos y cada uno de ellos me aportó en lo personal algo valioso. Pero no puedo dejar de acordarme de las memorables clases de D. Vicente Rodríguez, que me hizo amar la Historia; D. Mariano Hernández y su pasión contagiosa por la Filosofía; el entrañable D. Mariano Boloix; D. Aurelio en Latín, que nos mandaba  a «varear aceitunas», jajajaja, era un crack. Pero, como te digo, sería injusto olvidarme de D. Fidel Villegas o D. Luis Augusto, y tantos otros, aunque quiero nombrar especialmente a D. Jesús Rodríguez y su eterna sonrisa, que en paz descanse.

En cuanto a sus compañeros de promoción, ¿sigue en contacto con alguno? ¿Ha asistido a alguna celebración organizada por la Asociación de Antiguos Alumnos?

Hoy en día mantengo contacto con D. Vicente y con D. Juan Rayo, al cual considero amigo personal. Pero cada vez que me cruzo con algún profesor, en algún lugar insospechado, nos saludamos efusivamente y recordando aquella época de nuestras vidas.

Por otro lado, claro que mantengo contacto con mis compañeros/amigos de Altair. Tenemos un grupo de WhatsApp y estamos en constante contacto, incluso nos reunimos de vez en cuando y jugamos al fútbol, comemos, quedamos con las familias y los niños, y siempre recordamos anécdotas de aquella maravillosa época.

Cuéntenos alguna anécdota curiosa de sus años en el Colegio.
Tengo cientos de anécdotas de Altair, creo que de las más memorables me pasó en 2º de BUP. Teníamos laboratorio con D. Francisco Medina, y estábamos haciendo un experimento de cristalización; para ello poníamos unos embudos de cristal boca abajo con un papel en su interior y lo colocábamos encima de un recipiente que estaba al fuego, dentro había una solución líquida que al entrar en ebullición se cristalizaba en el papel y luego la veíamos en el microscopio. Pero aquel producto, si te daba en los ojos, se te irritaban mucho, entonces mi compañero Juan Carlos Molina llegó tarde al laboratorio y ya estaban los embudos en el fuego, él llegó y con su habitual forma de ser se fue hacia uno de los embudos, lo levantó, puso la cara encima y preguntó: «¿qué, haciendo pucherito?». Le entró todo el vapor en los ojos, éstos se le cristalizaron y tuvimos que sacarlo entre 4 personas desmayado, le lavamos los ojos 50 veces, fue espectacular.

Por último, y con su experiencia en la abogacía, ¿qué le diría a los alumnos de 2º Bachillerato que quieren dedicarse al Derecho?

A los alumnos de 2º de Bachillerato, desde mi experiencia en la abogacía, casi 20 años ya, les diría que esto es una profesión muy vocacional, donde hay que estar constantemente formándose, y tener grandes dotes de paciencia. La abogacía, y el mundo del Derecho en general, es un universo apasionante, donde ejerces una de las labores más loables: defender los derechos de las personas.

Pero, en general, les diría que persigan sueños, aunque crean que son imposibles, y que luchen por ellos, y sobre todo que sean felices y que se conviertan en hombres de esperanza para los demás. Y os dejo la frase que me inspira cada día mi hija Carolina: «Queda prohibido rendirse».

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