Entrevista al antiguo alumno de Altair, Paco Pardo, artesano de dorado y restaurador

“Yo tuve una experiencia maravillosa en Altair, aprendí mucho, no solo en lo académico sino también en valores y principios fundamentales”

Entrevista al antiguo alumno de Altair, Paco Pardo, artesano de dorado y restaurador

Paco Pardo empezó en 2003 como aprendiz en el arte sacro con el Maestro tallista Manuel Durán González con el que estuvo durante tres años. En el año 2006 empieza a conocer el arte del Dorado trabajando en el taller de los Hermanos González, donde estuvo seis años.

Ha trabajado también en el taller de los Hermanos Caballero, colaborando en diversos trabajos para Hermandades de la Semana Santa de Sevilla y de otras ciudades andaluzas, hasta que en 2015 funda su taller, de Talla y Dorado, cuyas instalaciones se encuentran en el Polígono Industrial El Gordillo.

Entre sus trabajos destacan la restauración del paso del Santísimo Cristo de la Sed y la restauración y el dorado del misterio de la Sagrada Lanzada, ambos de Sevilla; también la restauración de la talla y dorado del paso del Sagrado Corazón de Jesús de Sevilla, y del dosel de Cultos, así como el Dorado del Palio de la Virgen de la Merced de Granada, entre otras.

Paco Pardo en su taller

Para empezar, Paco, cuéntenos un poco cómo fue su trayectoria estudiantil hasta llegar a Altair.

Yo empecé en el Colegio San Miguel Adoratrices, de pequeño. Tras hacer allí mi Primera Comunión, mis padres me cambiaron a Altair. Al parecer, siempre me lo han comentado, yo era muy nervioso y pensaron que en Altair me pondrían las pilas y mejoraría. En aquel entonces estaba D. Rafael Caamaño de director, aún recuerdo esa primera entrevista con él. Entré en 5º de Primaria y acabé en 4º de ESO. No era un gran estudiante, de notas muy altas, pero sí muy aplicado y conseguí con mucho esfuerzo mi título.

¿Desde cuándo tuvo claro que se dedicaría al mundo del arte?

Desde los 12 o 13 años tenía completamente claro que quería hacer pasos de Semana Santa. Ya fuera el propio paso o las figuras, o incluso los retablos que veía en las iglesias. No sabía cómo iba el tema, qué técnicas se utilizaban, pero yo veía por ejemplo un mueble tallado y me encantaba. Lo llevaba en la sangre.

De hecho, con 13 años cogía solo el autobús alguna tarde y me iba para el centro a ver los talleres, e incluso empecé a trabajar en aquel entonces en plan becario. En cuanto salí de ESO, comencé a trabajar ya con contrato y nómina.

¿Cree que en esta vena artística le influyó Altair?

Yo disfrutaba en clase siempre más con Tecnología que con otras asignaturas. Desde pequeño me han encantado las manualidades y ello me ha llevado al arte sacro. D. Juan José, conocido cariñosamente como Nani, ya me lo comentaba en sus clases de Dibujo en Primaria. Y D. José Luis Rivera en Tecnología de Secundaria. Aunque no sea exactamente en el apartado técnico y artístico, pero Altair me influyó mucho en mi pensamiento interior y religioso, que vuelco en mi trabajo. De hecho, me encantaría que en Altair se hiciera una escuela taller para motivar a los alumnos que tengan estas inquietudes.

A nivel profesional, ¿cómo le ha ayudado su paso por Altair?

En muchísimas cosas. Por ejemplo, en el contacto con muchos clientes. Los valores y respeto que infunde Altair los he notado en el trato con hermanos mayores y otras personas de la ciudad. Por supuesto, en el apoyo constante que recibí para llegar donde estoy, tanto de mis preceptores como de todos los profesores. Aprendí a esforzarme al máximo para conseguir mi meta, sin olvidar que hay que tratar con cariño y educación a los compañeros, a los trabajadores y a los clientes. Y sonreír siempre que se pueda, aunque eso lo traía yo de fábrica. Me considero una persona muy positiva, y tengo fe en mi trabajo y en la constancia. En definitiva, llevo a mucha honra decir en todo momento que he estudiado en Altair.

Paco Pardo en su taller, durante la entrevista realizada por Altair

Como bien sabe, Altair apuesta por la educación personalizada. ¿En qué medida lo ha notado a lo largo de los años?

Yo siempre fui un niño y un joven muy solitario, en Altair me guiaron por el camino correcto. Todos los preceptores, y mi gran amigo Tejada, me ayudaban para ponérmelo fácil. No me decían, como otras personas sí me han dicho, que mi vocación no tenía salida profesional. Me respaldaron en mi decisión hasta conseguir lo que tengo hoy.

Nos ha comentado que tiene un hijo estudiando en Educación Primaria en Altair, ¿a qué se debió su elección?

Como ya he comentado, yo tuve una experiencia maravillosa en Altair, aprendí mucho, no solo en lo académico sino también en valores y principios fundamentales. Mi personalidad se forjó en Altair. Sé que la educación que se imparte es sobresaliente, por eso lo tuve claro y matriculé a mi hijo en Altair, porque quiero lo mejor para él.

¿Qué le pide un padre como usted a Altair?

Que siga igual, que resista. De hecho, ahora como padre, cada vez lo veo mejor, va a más. La nueva generación de profesores que veo me encanta, las mejoras que se han hecho en las instalaciones… Es más, sería muy feliz si mi hija también pudiera estudiar allí, confío muchísimo en la idiosincrasia de este colegio.

¿Qué profesores o tutores recuerda de su etapa estudiantil?

Me acuerdo con mucho cariño de todos, cada uno me aportó algo. D. José Antonio Tejada por encima de todos, pues aunque no me dio clases fue mi apoyo, mi orientador, tengo un cariño especial por él. D. Luis Márquez, con quien empecé, su personalidad me encantaba. D. Manuel Montes, D. José Miguel, D. José Manuel… La Primaria fue espectacular. Y la Secundaria igual. D. Juan Rayo, D. Antonio Acosta, del que tengo muy buenos recuerdos, D. Mariano Rubio, D. Fidel Villegas, D. José Luis, D. Ángel, D. Rafael Balón… de todos he aprendido mucho y he sacado cosas muy buenas.

¿Recuerda alguna anécdota curiosa?

Para el que la conozca, aquella famosa frase en Primaria de “La playa de la Concha está en Madrid”. Después, las excursiones y convivencias en Molino Azul o en Pinsapar, donde no parábamos de jugar a Rommel y Montgomery, al fútbol, en la piscina… Y ya nos enseñaban a ser responsables y a recoger la mesa después de comer y nuestros cuartos.

Volviendo a su trabajo, ¿de qué restauración se siente más orgulloso?

Sin duda, del Sagrado Corazón de Jesús de Nervión. Es mi gran devoción y por lo tanto fue muy emocionante para mí ese trabajo. Y después, por supuesto, de lo que llama la atención en Sevilla: el paso del Cristo de la Sed, el misterio de La Lanzada, la restauración del dorado del paso del Cristo de la Sangre de San Benito, la restauración del dorado del retablo de la Esperanza de Triana, que tiene un gran tamaño y quedará para la posteridad, etc. Hacer algo para Sevilla es muy especial, porque después todos pueden verlo en la Semana Santa.

Dentro del arte sacro, y en especial del dorado y la restauración, ¿es importante que el artista tenga Fe?

Para algunos oficios sí, sin duda, no concibo un imaginero que no tenga Fe. Si estás confeccionando una imagen para despertar la espiritualidad y llamar al rezo, es necesario tener Fe para transmitirlo a dicha imagen. Para la artesanía pura, como hacemos nosotros, no lo veo tan necesario. Al fin y al cabo, el dorado de un paso de Semana Santa puede ser en este caso como la restauración del dorado del palacio de Versalles o del Congreso de los Diputados.

Sagrado Corazón de Jesús de Nervión
Sagrado Corazón de Jesús de Nervión

¿Pertenece a alguna hermandad sevillana?

Tanto a Sagrado Corazón de Jesús como a La Sed, las dos de Nervión. Mi hijo ya está en la primera, y observo que cuando está allí le gusta mucho. Aún es pequeño, pero me huele que la Semana Santa ya corre por sus venas.

¿Le gustaría que siguiera su camino profesional?

Por encima de todo, que tenga las ideas claras, que viera claro su camino y su futuro. Me da igual que sea peluquero, fontanero, ingeniero o lo que quiera.

La Inteligencia Artificial está entrando con fuerza en muchas profesiones, ¿cree que influirá también en el mundo del arte?

En el dorado es muy difícil, es demasiado artesanal. Hay tan poco trabajo que no creo que interese a las empresas que mueven este terreno. De hecho, es un oficio que puede perderse en el futuro. No hay que olvidar que en Bellas Artes se tratan la restauración en general, la escultura y la pintura, el taller artesanal no existe, no hay especialidad en dorado ni de talla en madera ornamental.

Volviendo a la Inteligencia Artificial, en mi opinión puede transformar o perfeccionar, pero no considero lógico que pueda crear. Es una base de datos, de lo que ya existe. De todas formas, como siempre digo, todo aquello que se use para sumar, perfecto, lo que sea para restar, estoy en contra. Hay robots que, como montan un coche, pueden confeccionar una imagen, pero siempre debe haber un creador por encima. Y aun así, no se pierde la creación, pero sí el sabor de la misma.

¿Cuál es el presente del arte sacro?

Hay especialidades en buen momento y otras no tanto. El bordado está creciendo, por ejemplo. La pintura sigue teniendo vida. En el dorado, lo nuestro, o la talla en madera y la orfebrería, hay poca regeneración y se está perdiendo. La escuela de artes actual no tiene el nivel suficiente, en general hay pocas escuelas especializadas. La restauración o la imaginería, que sí se imparten en Bellas Artes, tienen más visos de futuro. Yo soy el dueño más joven con taller en Sevilla solo de dorado. En Andalucía hay pocos más.

Para finalizar, ¿qué piensa del mundo de las cofradías de nuestra ciudad?

Respecto a mi profesión, tengo claro que gracias a ellos se mantiene el arte sacro en Sevilla y en Andalucía, principalmente, y en toda España. Hay doradores en Europa, pero enfocados a otras cuestiones: cúpulas de exteriores, techos, molduras, sillas… Aquí esa línea no se estila apenas, por lo que nos sustentamos gracias a las cofradías y parroquias: retablos, mobiliario, etc.

Formulario de actualización de datos de Antiguos Alumnos de Altair

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