Queridas familias de Altair. En estos días de Semana Santa y de confinamiento en nuestras casas, vamos a seguir viviendo con paz, serenidad y alegría estos misterios de nuestra fe. Hoy nos fijamos en la Última Cena de Nuestro Señor Jesucristo.
Durante la Cena Pascual ocurrieron acontecimientos muy importantes. El primero fue el gesto del Señor de lavar los pies a sus discípulos, algo reservado a los esclavos más esclavos. Después, el Señor les da el mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros (Jn 13, 34-35; Mt 26, 30-35; Mc 14, 26-31; Lc 22, 31-34). Ahora, al final de su vida, nos habla de servir y del amor al prójimo: en primer lugar, nuestros hermanos en la fe, después nuestras familias, y el mundo entero.
Inmediatamente les dice: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer (Lc 22, 15). Se da en Jesús una aparente contradicción: desea quedarse con sus discípulos y también desea irse con su Padre. Algo que para nosotros es imposible, para Dios es posible: Jesús instituye la Eucaristía, el 6 de Abril del año 30 d. C. (día 13 del mes de Nisán judío) sobre las 19.00-20.00h. (Primera Vigilia: 18.00-21.00h.) y hace posible algo verdaderamente increíble: irse y quedarse al mismo tiempo (Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 19-20; Jn 13, 1).
La Última Cena Pascual de Cristo y el Sacrificio del Calvario son un solo y único sacrificio. Por eso, la Santa Misa (sacrificio incruento) y el Sacrificio de la Cruz es lo mismo: un mismo sacerdote, una misma víctima. No es una “representación” (como una obra de teatro, de algo que ocurrió realmente) sino un Memorial, es decir: se hace presente, hoy y ahora, algo que ocurrió realmente.
Quizás nos podemos preguntar: ¿Cómo vivo yo la Santa Misa y la Comunión? ¿Es el centro de mi vida? ¿Hay distracciones? ¿Hay retrasos? ¿Me doy cuenta de que participo directamente en el sacrificio del calvario? Pidamos al Señor que nos conceda cada día más amor, más delicadeza, más intensidad para vivir la Santa Misa. San Josemaría nos decía que la Santa Misa debe ser el centro y raíz de nuestra vida interior.
Por último, en la Última Cena tiene lugar la Institución del sacerdocio de la Nueva Ley, con las palabras de Jesús: haced esto en memoria mía. Los sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres, deben desaparecer para dejar actuar a Cristo. Rezar por todos los sacerdotes, que no falten nunca en su Iglesia, y especialmente por el Papa, por el Arzobispo de Sevilla, D. Juan José, por el Prelado del Opus Dei, D. Fernando, y por todos los Obispos del mundo.
En resumen, hoy la Iglesia nos recuerda tres cosas: amor entre nosotros, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Que paséis una Semana Santa muy cerca del Señor y de su Santísima Madre, y pidiendo que acabe esta pandemia. Un fuerte abrazo para todos.
D. Juanjo Constantino
Capellanía de Altair
Fotografía del antiguo alumno Román Calvo