A finales del mes de junio tuvo lugar en el Colegio el acto de entrega de placas a cinco personas muy entrañables para nosotros y que han culminado con éxito su etapa laboral. Se trata de ANA MARÍA GARRIDO, FRANCISCO CEJUDO, JOSÉ GARCÍA SÁEZ, MANUEL PADIAL y LUIS AUGUSTO PASCUAL. El acto, muy emotivo y entrañable, como todas las cosas en Altair, tuvo su momento culminante cuando pidió la palabra D. Luis Augusto.
Recogemos aquí algunos fragmentos de su intervención, que hizo que muchos se emocionaran visiblemente:
“Quiero dar las gracias a todos, porque lo que sé, lo he aprendido de vosotros. No he tenido otros maestros. Particularmente quiero agradecer a mis antiguos alumnos, con los que siendo hoy profesores, hemos bregado y colaborado hace más tiempo, como son Ángel Márquez, Chema o José Enrique. Y recordar especialmente a una persona que ya no está aquí: a Alfonso García Contreras -fruto genuino de Altair-, vecino del barrio (nada menos que de Nescania), antiguo alumno y profesor de Altair, Agregado del Opus Dei, quien encarnó y llevó en su vida el auténtico espíritu de este Colegio. Alfonso aprendió y entendió muy bien y supo encarnar el compromiso social y el espíritu de servicio que significaba Altair. Falleció en EE.UU. mientras trasladaba a la periferia de Chicago su experiencia en Altair (…). Que no se nos olvide: Altair es, en palabras del propio san Josemaría, una Obra social. Altair es un Compromiso social, con sus barrios, con las familias de sus barrios. Altair se empieza en el año 1967, en el último extremo de Sevilla, en unos barrios obreros humildes, de obreros e hijos de obreros”.